Hoy en día, cada vez somos más conscientes de la importancia de nuestras emociones, pensamientos y conductas. Cómo sanando esto, todo a nuestro alrededor también se modifica:
- A nivel conductual: cambiando nuestros actos y comportamientos, también cambia nuestra vida.
- A nivel emocional: sintiendo nuestras emociones podemos sanar las heridas que estas nos dejaron abiertas.
- A nivel cognitivo: cambiando nuestros pensamientos y nuestras creencias, cambia todo a nuestro alrededor.
Todos, en mayor o menor medida tenemos cosas que sanar, heridas que no sabemos de qué manera cerrar y es importante entender de qué modo los pensamientos, emociones y acciones intervienen en nuestra vida y de qué forma modificando estos, todo cambia.
Nuestros pensamientos nos llevan a tener emociones y sentimientos. Estas emociones nos llevan a realizar diferentes acciones y estas a los resultados que posteriormente conseguimos en nuestra vida. Para que se entienda mejor voy a poner un ejemplo.
Un día te levantas positivo y optimista pensando que va a ser un gran día. Eso hace que la emoción que predomine en ti sea de alegría y los actos que continúan a esa emoción sean beneficiosos para ti y estés contento con los resultados obtenidos ya que no solo has hecho algo que te gusta sino que ha sido un día productivo y te has sentido bien con todo lo realizado en él.
Otro día, por el contrario te levantas negativo y pensando: ¿para que me voy a levantar hoy de la cama? si total… ¿a quién le importa lo que haga? Los sentimientos que te vienen son de desgana, te sientes triste, apático y las acciones que realizas van conforme a esas sensaciones.
Te levantas más tarde de lo normal, no cumples con tus objetivos del día, no tienes momentos satisfactorios y te sientes cada vez peor. Los resultados obtenidos este día no son te tu agrado y todo comenzó con un pensamiento.
Por lo tanto, aquí vemos como todo comienza en la mente. ¿Qué es lo que pensamos cada día? ¿qué creencias tenemos sobre la vida, sobre nosotros, el trabajo, la familia o las relaciones? Para cambiar nuestros pensamientos lo podemos hacer con varias técnicas como pueden ser la reestructuración cognitiva o el cambio de creencias. En ambas hay un cambio de pensamientos.
Para el cambio de creencias lo que hacemos es sustituir una por otra manteniendo la intención positiva. La intención positiva es el para qué de esa creencia, qué es lo positivo que sacas al tenerla.
Cuando tu creencia es : “todos los hombres son iguales” la intención positiva que sacas de ella es no sentir tanto dolor cuando te dejen pensando que la causa es porque todos son iguales. Si en lugar de esa creencia piensas “con esta persona no me ha ido bien aunque se que hay personas ahí fuera que si son mas compatibles a mi” sigues manteniendo la intención positiva que es sentir un poco de alivio o menos dolor.
Igual que he hecho con este pensamiento se puede hacer con cualquiera que no nos beneficie o sea limitante y así comenzar a cambiar.
Después del pensamiento, viene la emoción que va ligada a este. Una forma de mejorar nuestras emociones es aprendiendo a gestionarlas. Cuando hablamos de mejorar nuestras emociones no nos referimos a ignorarlas o apartarlas resistiéndonos a ellas para no sentir dolor, más bien al contrario.
Las emociones, tanto las que nos son agradables como las que no, son adaptativas en nuestra vida y las vamos a sentir, así que lo mejor es dejarlas salir, sin permanecer en ellas demasiado tiempo, ya que permanecer en una emoción de tristeza durante un periodo largo de tiempo se puede convertir en una depresión, por eso la importancia de sentirlas sin permanecer en ellas indefinidamente.
La inteligencia emocional nos ayuda a gestionar nuestras emociones. Para ello, cuando aparezcan, ve paso a paso preguntándote lo siguiente:
- ¿Qué siento? ¿Qué emoción estoy sintiendo?
- Acepta la emoción evitando reprimirla, rechazarla o negarla. Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma.
- ¿Dónde estoy sintiendo la emoción? ¿En qué parte de mi cuerpo?
- ¿Qué sensaciones estoy teniendo? Puede ser nerviosismo, frío, calor, agobio…
- Ábrete a vivir la emoción, siéntela y suelta. Déjala salir para que pueda acabar.
Por último, cuando hemos sentido la emoción, pasamos a la acción. Podemos tener algunas pautas para cambiar o mejorar .
Una de las técnicas para ello puede ser la de autocontrol para pensar antes de actuar impulsivamente. Tener una conducta asertiva sería otra forma, es decir, actuar conforme a tus intereses y a tus derechos, dejando a un lado la inhibición o agresión.
Por ejemplo, si vas al trabajo y un compañero ha hecho algo que no te ha gustado, tienes tres formas de actuar ante eso. La primera podría ser de una forma alterada y con malos modales. La segunda sería callándote y enfadándote por dentro sin llegar a decir nada. Y la tercera, acercándote y contándole el porqué te ha molestado llegando a un acuerdo para que la próxima vez se haga de otra forma.
La primera sería de manera agresiva, la segunda de forma inhibida y la última sería asertivamente que es la correcta.
Una vez hemos conseguido reemplazar nuestros pensamientos negativos por otros mas adaptativos, hemos comenzado a gestionar nuestras emociones y hemos actuado de forma asertiva, el resultado va a ser totalmente diferente, que es lo que queremos conseguir.
Y cuando nosotros empezamos a hacer pequeños cambios, comenzamos a sanar y todo nuestro alrededor también cambia.
La clave no está fuera, en los demás o en las situaciones que vivimos en nuestro día a día, es decir, en las cosas que no tenemos control sino que está dentro de nosotros mismos y cuando decidimos comenzar a sanar modificando ciertos aspectos, todo lo demás comienza a funcionar mejor, generando esos buenos resultados que queremos obtener.
Así que recuerda estos tres niveles: conductual, cognitivo y emocional y comienza a practicar todo esto.